Aceptar que yo era un adicto
sexual fue muy difícil antes de que supiera que existían otros adictos sexuales o de que
existía un programa de doce pasos en donde podría conocer
personas que habían
caminado el mismo camino que yo había tomado.
Pero fue solamente cuando
admití mi impotencia y me llamé un adicto sexual que estas
cosas me fueron
reveladas. Como una plegaria que se contesta - no demasiado
pronto, no demasiado
tarde.
Al admitir mi
impotencia, me abrí a la ayuda y me ofrecieron.
Aceptar mi impotencia ante la lujuria fue el principio de la libertad:
la libertad de la locura de todas las mentiras, manipulación, secretos vergonzosos,
energía gastada, y relaciones de maltrato.
Conforme empecé y seguí asistiendo a las juntas, y acudí
la libertad de la locura de todas las mentiras, manipulación, secretos vergonzosos,
energía gastada, y relaciones de maltrato.
Conforme empecé y seguí asistiendo a las juntas, y acudí
a rehabilitación,
conocí a otras personas como yo que fueron capaces de
ofrecerme una salida.
Al fin pude empezar a hablar de la doble vida que había
Al fin pude empezar a hablar de la doble vida que había
estado llevando, y en
lugar de encontrar rechazo y que me juzgaran como me lo
esperaba, encontré la
aceptación y la comprensión. Encontré la identificación,
la recuperación y la
esperanza. Sin embargo, encontré que no me tenían
lástima. La lástima
sólo taparía las grietas y al final se convertiría en un auxiliar
para que yo actuara
nuevamente.
Dentro de la aceptación y la comprensión había un amor firme y
una honestidad
que no tenía espacio para permitir el abuso continuo de mi persona y de otras personas.
Ese amor firme me puso en contacto con un amor propio bastante necesitado
y casi sumergido - algo que pudiera cortar a través del impulso adictivo
y anulara el pensamiento y justificaciones egocéntricas -
y con un yo mas profundo que fluye con amor,
que no tenía espacio para permitir el abuso continuo de mi persona y de otras personas.
Ese amor firme me puso en contacto con un amor propio bastante necesitado
y casi sumergido - algo que pudiera cortar a través del impulso adictivo
y anulara el pensamiento y justificaciones egocéntricas -
y con un yo mas profundo que fluye con amor,
respeto y compasión
para mí y para los otros seres humanos a mi alrededor.
Las cosas podían
volver a importarme. Podía tomar fuerzas para llevar
a cabo un programa de
abstinencia, con el apoyo de otras personas para que me
ayudaran durante el
tiempo difícil de la abstención.
Con la claridad que esto trajo, pude empezar a distinguir entre los pensamientos
y conductas sexuales sanas y los degradantes; también podía empezar
a aceptar la posibilidad de que yo también podía tener lo que siempre quise tener:
una vida sexual sana, estimulante, satisfactoria y amorosa conmigo mismo y,
en caso de decidirlo así, con otra persona.
Con la admisión de la impotencia, repentinamente regresé de
Con la claridad que esto trajo, pude empezar a distinguir entre los pensamientos
y conductas sexuales sanas y los degradantes; también podía empezar
a aceptar la posibilidad de que yo también podía tener lo que siempre quise tener:
una vida sexual sana, estimulante, satisfactoria y amorosa conmigo mismo y,
en caso de decidirlo así, con otra persona.
Con la admisión de la impotencia, repentinamente regresé de
un mundo donde yo
había habitado con objetos a un mundo con personas y
objetos, y una
habilidad reconocida para distinguir entre ambos. Como las
relaciones sexuales
ya no eran mi obsesión, podía empezar a preguntar lo
que realmente
consideraba como mi Poder Superior. Y de manera milagrosa, en
lugar de
desesperación, mi vida empezaba a tener algo de esperanza, tal vez por
primera
vez.
Adicto en recuperación. ( Miembro de sexo adictos anónimos)
Libro Verde de Sexo Adictos Anónimos, pag 305.
Testimonio de un adicto al sexo
Libro Verde de Sexo Adictos Anónimos, pag 305.
Testimonio de un adicto al sexo
No hay comentarios:
Publicar un comentario